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Costras biológicas


Las costras biológicas: definición y funciones en el ecosistema
Las costras biológicas del suelo (CBS o biocostras) son comunidades de organismos integradas por cianobacterias (y otros tipos de bacterias), algas eucariotas, líquenes y briófitos (musgos y hepáticas). Forman una especie de alfombra viva que se instala en los milímetros superiores del suelo. Las biocostras son ecosistemas en miniatura que realizan todas las funciones vitales de ecosistemas más grandes, pero a menor escala. En relación con su biomasa, las costras biológicas proporcionan servicios ecosistémicos desproporcionadamente grandes. Los productores primarios de estos ecosistemas fijan colectivamente grandes proporciones de carbono y nitrógeno. Las biocostras también tienen efectos positivos en las redes tróficas del suelo, proporcionando alimento y hábitat para micro, meso y macrofauna. En las yeseras, las costras biológicas alcanzan, probablemente, su máximo esplendor en nuestro planeta y llegan a ocupar el 90% de sus superficie

Cianobacterias y otros procariotas
Entre las bacterias que colonizan el suelo, destacan las cianobacterias. Este tipo de procariotas pueden clasificarse en tres grandes grupos funcionales. Por un lado, se encuentran cianobacterias filamentosas como Microcoleus y Scytonema, que estabilizan los suelos, aglutinando partículas y formando agregados, gracias a la presencia de su matriz extracelular. Por otra parte, hay cianobacterias que tienen además la capacidad para fijar el nitrógeno atmosférico, como Nostoc. También aparecen cianobacterias formando las simbiosis con hongos (líquenes). Otros grandes grupos bacterianos, dominantes a nivel mundial en todo tipo de suelos, son las proteobacterias, las actinobacterias y las acidobacterias, que ejercen funciones claves en estos ecosistemas. En terrenos ricos en yeso, se han detectado también otros grupos procariotas como Bacteroidetes, Chloroflexi y Planctomycetes

Líquenes
Los líquenes son la simbiosis entre un hongo (micobionte, por lo general un ascomicetes y, más raramente, un basidiomicetes) y un alga o una cianobacteria (ficobionte). Sin embargo, investigaciones recientes han detectado otros tipos de organismos conformando estas asociaciones. Se trata de organismos excepcionalmente resistentes a las condiciones ambientales adversas y capaces de colonizar muy diversos ecosistemas. La protección frente a la desecación y la radiación solar, que aporta el hongo, y la capacidad de fotosíntesis del alga, confieren a estas simbiosis características únicas entre los seres vivos.

Briófitos
Los briófitos (musgos, hepáticas y antoceros) son los vegetales más antiguos sobre la tierra y representan las plantas verdes terrestres más primitivas, por lo que son estructuralmente sencillas y de pequeño tamaño. Aunque adaptadas a los medios terrestres, viven ligadas a lugares húmedos y sombríos, aunque en no pocos casos son capaces de soportar medios secos y soleados, incluso extremadamente áridos, dependiendo siempre al menos de un breve periodo estacional húmedo (dependen del agua para su reproducción). Este es el caso de los afloramientos de yeso, en los que se encuentran una gran cantidad de especies con adaptaciones extremas a las zonas áridas. Entre estas adaptaciones destacan su capacidad para revivir tras largos periodos de desecación. Desde el punto de vista morfológico se distinguen briófitos de dos tipos. Los denominados briófitos talosos, como algunas hepáticas (y los antoceros), tienen un talo aplanado, en forma de lámina verde, fijado al sustrato por unos rizoides. Por su parte, los briófitos foliosos, como los musgos y la mayoría de las hepáticas, constan de un eje erecto o reptante llamado caulidio (tallito) fijados al suelo por rizoides de escaso poder absorbente, y provisto de unas hojitas o filidios.


Costras biológicas en diferentes fases, desde los estadios iniciales a los más desarrollados.


Cantera abandonada colonizada por una biocostra dominada por el liquen Cladonia foliacea. Arriba a la izquierda, detalles de esa costra a distintas escalas.

 
 

Para saber más
Mota J.F., Sánchez-Gómez P. y Guirado J.S. (eds.). 2011. Diversidad vegetal de las yeseras ibéricas. El reto de los archipiélagos edáficos para la biología de la conservación. ADIF- Mediterráneo Asesores Consultores. Almería, España. Disponible en: https://www.conservacionvegetal.org/wp-content/uploads/publicaciones/Diversidadvegetalbaja.pdf

 
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